En las aulas españolas está surgiendo la nueva imagen del alumno invisible. Son, sobre todo, inmigrantes. El 20% de los escolares extranjeros de ESO (en torno a 30.000) se consideran excluidos y ninguneados por sus compañeros españoles, según el último informe sobre acoso escolar realizado por el Defensor del Pueblo y Unicef. Entre los alumnos autóctonos este tipo de maltrato se sitúa en el 10%.
El trato discriminatorio que reciben en mayor medida los jóvenes inmigrantes por parte de sus compañeros de clase revela la existencia de fallos en el sistema de escolarización y socialización de estos alumnos, que suelen llegar con un bagaje cultural, social e idiomático diferente. En ocasiones, la animadversión de sus colegas pasa a mayores hasta el punto de que unos 3.000 alumnos dicen haber recibido amenazas con palos, navajas y cuchillos.
En este marco de referencia, los hijos de inmigrantes recientes, podrían estar en un riesgo mayor de convertirse en victimas o victimarios, por varias razones, entre ellas:
- El desarraigo que genera el dejar atrás los referentes locales de familia, amigos, vecindario, y las nuevas dificultades para desarrollar en el nuevo país, las mismas redes de soporte hacia la propia identidad.
- El hecho de ser percibidos como diferentes y en algunas regiones como indeseables. Recordemos recientemente una imagen de un noticiero en California, donde un grupo de personas roció con insecticida a unos trabajadores migratorios que marchaban en defensa de sus derechos laborales. O el incidente en Barcelona en el cual un hombre golpeo salvajemente con sus botas a una jovencita peruana que se dirigía al colegio en el metro, sin mediar ni una palabra.
- Los hijos de inmigrantes con frecuencia desarrollan una tercera cultura, ellos no son peruanos, venezolanos o colombianos, pero tampoco son norteamericanos, son de una tercera cultura, que ellos definen en base a sus propias vivencias y experiencias. Y eso hace que sean percibidos como diferentes por sus pares en la escuela.
Además de lo anterior los padres que son inmigrantes recientes no están al tanto de los derechos educativos de sus hijos, en su nuevo país de residencia, por eso en el caso de necesidades especiales, pocos aprovechan las ventajas que el sistema educativo les ofrece. Tampoco están al tanto de que en los Estados Unidos pueden defender los derechos de sus hijos y someter a mediación los casos en los cuales el sistema escolar y los padres difieren en cuanto al bienestar del estudiante que es-o debería ser - el interés primario para todos los involucrados. Y desde luego puede haber una barrera de idioma, que entorpezca la comunicación ente la casa y el colegio.
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